Para ellos como para Thom Yorke, “el verdadero amor vive entre piruletas y papitas fritas”. Dos enamorados de la vida y de su vida en común, dos personas apasionadas con las que compartimos unos meses geniales. Sus familias, una canaria y otra andaluza y sus apellidos, uno Romero y el otro Naranjo, fueron el punto de partida junto con el rebujito y la manzanilla. Casi treinta testigos y buenos amigos para acompañarlos en un noche que comenzó con magia y así terminó. Un cuento entre naranjos, romeros, hortensias blancas y cientos de bombillas. Una combinación perfecta, una ecuación como pocas y ellos saben que lo decimos de todo corazón. En esta boda había amor del bueno, de esos que presientes que serán para toda la vida.