Cada pareja tiene sus propios sueños y este fue el de L+L. Rodeados de gente, en una casa colonial inglesa del siglo XIX , entre palmeras y con las emociones a flor de piel. Un atardecer a medida mientras bailaban, cantaban, brindaban y, luego, al caer la noche, infinitas estrellas que se encendieron sobre sus cabezas. Las delicias del «Catering La Vaquita», el ritmo de «Macaronesia», invitados con bengalas mágicas, globos gigantes para grandes momentos…Muchísimas emociones y una celebración llena de encanto y mucha marcha. Un día para recordar que duró hasta que salió el sol. Al final, la mejor de las sonrisas y esos invitados que se despiden con los zapatos en la mano. Sólo así terminan las mejores historias y ésta se la contamos a través del objetivo de Eduardo Monzón.